El domingo 16 será la primera sinfonía de setas y continuarán por los días 22, 30 y 31 de octubre

La Asociación Micológica de Navaleno arrancará el domingo día 16 los conciertos en el monte, citas con la música clásica que han supuesto uno de los actos más valorados en el programa de las Jornadas Micológicas, que en este otoño alcanzan su décimo novena edición.

El primer concierto estará interpretado por la Banda de Música de Duruelo de la Sierra, dirigida por Rubén Perelló, y que participó el pasado año en el programa. Los componentes de la Agrupación estarán también el domingo 30 en la actuación de Navaleno

 El resto de los días serán el sábado 22 de octubre y el lunes 31 de diciembre, éste último un concierto de guitarra a cargo de Elena De Nicolás. Las actuaciones están patrocinadas por la empresa Arotz y la Fundación del Patrimonio Natural de la Junta de Castilla y León.

La iniciativa de los conciertos en el monte unidos al paseo micológico surgió en 2005 en Navaleno. Bajo el nombre de Sinfonía de Setas se define una actividad hasta entonces desconocida en estos lugares. La idea era aprovechar el recurso micológico desde una perspectiva del disfrute medioambiental. El paseante va recorriendo los parajes, y va escuchando la música. En este paseo busca setas a su alrededor, y disfruta del trayecto y la sinfonía. Todo un completo.

La salida siempre es desde el centro del pueblo, desde la Plaza Domingo Heras a partir de las once de la mañana,  y tomando alguna de las rutas, por el entorno de Navaleno, se llega hasta el lugar del concierto.

 Miembros de la Asociación hacen las tareas de guías, y conducen al grupo hasta su destino final. En el trayecto, hay tiempo para comentar sobre algunos parajes del término sobre los que se va cruzando, analizar algunas de las setas que se encuentran cercanas al camino o repasar el herbolario con plantas que resultan conocidas, pero cuyo nombre y clasificación se nos hace difícil.

El monte es un auditorio muy particular. No tiene límites. Carece de techo. Está abierto y cuenta con las rocas y los pinos para ambientar el espacio de una sala tan amplia.

El público se sitúa alrededor del grupo, a su vez arremolinado con los instrumentos. Unos más próximos, otros agarrados en una ladera que permite disfrutar de la sonoridad. Hay quien ha acudido a caballo, y contempla el cuadro desde la lejanía. Todos disfrutan por igual, y eso se nota en el silencio con el que se sigue desde la grada la actuación.

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