Los “bobos” vestidos con casaca, calzón y montera, mitad amarillo y mitad rojo, ponían la nota pintoresca y simpática de la cuadrilla. Iban provistos de un zurriago confeccionado con piel de carnero, rodeado con una fuerte cuerda y rematado en el extremo con una especie de hisopo para ser impregnado en la pila de agua bendita. Así mismo los “bobos” acompañaban en todo momento a la comparsa de gaiteros.

 Por último, los dos mozos más jóvenes eran designados “alguaciles”. Servían al Rey y a la Junta como recaderos, no pudiendo alejarse en ningún momento de éstos, sin que obrase un permiso especial.

 El reinado daba comienzo el día de la Pascua con un pasacalles. Encabezándolo la gaita y el tamboril, con sus estridentes y chillonas notas la primera, y el redoble potente y seguro el segundo les seguía  la “junta” y detrás, todos los mozos. La algarabía era grande; los niños correteaban detrás, las ventanas se entreabrían y las mozas en pequeñas cuadrillas esperaban el paso de la comitiva.

 Asistir a la Santa Misa es obligación ineludible de todos, durante los días festivos del reinado, y han de acudir a la entrada del templo no más tarde del segundo toque de campana.




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